Casi renegando dijo el pequeño estudioso: “Está bien profesora”. Al salir se quedó en un rincón mirando a los niños como jugaban unos a hacer carreras y otros jugando con la pelota. Nada le llamaba la atención. “¿Qué te sucede niño?, ¿no te gusta jugar?”, dijo la directora que pasaba por allí y que era su vecina también. “No sé”, dijo Daniel, sólo quiero estudiar. Por la tarde la directora del colegio antes de ir a su casa habló con la mamá del niño y le contó lo sucedido. Esa noche antes de dormir, la mamá se enteró que su hijo no jugaba con sus compañeros porque ellos no lo dejaban estar en el grupo; lo ignoraban y maltrataban solo por ser muy aplicado.
“Con razón”, dijo la directora cuando la mamá de Daniel se lo contó. Al día siguiente, la profesora que estaba enterada de todo, hizo una reunión en el salón de clases y les contó una historia que provocó una gran reflexión en todos los niños. Al final, la profesora Laura dijo: “Y recuerden, no debemos hacerle a nadie, lo que no queremos que nos hagan a nosotros“. Entonces estas últimas palabras de la profesora hizo que los niños empezaran a sentirse mal porque habían tratado a Daniel de una forma en la que no les gustaría a ellos ser tratados. Por eso desde ese día tratan muy bien a Daniel, como a ellos les gustaría ser tratados.
Reflexionemos:
Debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros. Los niños pueden muy crueles sin saberlo pues ellos lo pueden ver como un juego. Es responsabilidad de los padres y profesores, hacerles entender de manera correcta (con un cuento por ejemplo) sobre lo que está bien y lo que está mal.
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