Estimado Amigo:
¡Hola!, ¿Cómo estás? He sentido un deseo muy grande de escribirte esta carta para decirte cuanto te quiero y cuanto me preocupo por ti.
Te vi ayer cuando estabas platicando con tus amigos, esperé todo el día con la esperanza de que quisieras platicar conmigo también.
Al caer la tarde te mandé una hermosa puesta del sol para terminar tu día, ¿la viste?, y una fresca brisa para que descansaras... Y esperé, y esperé mucho, pero tú nunca venistes con tu mente hacia mí. Quiero ser sincero, eso me dolió mucho. Pero te sigo queriendo porque soy tu amigo.
Te vi quedarte dormido anoche, y tenía tantos deseos de acariciar tu frente, así que derramé rayos de luna sobre tu almohada y sobre tu rostro. Esperé con ansias tu despertar para ver si querías decirme algo, hay tantas cosas que pudiéramos compartir. Pero despertaste tarde, y te fuiste de prisa a tus ocupaciones. Una vez más me sentí apenado.
Hoy te veo tan triste, tan solo... la sonrisa con la que engañas a los demás conmigo no funciona. Yo te conozco y te comprendo, y sufro contigo. Se que hay gente que te hace sufrir, con su agresividad o con su desprecio. A mí también muy seguido me fallan mis amigos. Tú mismo me fallas, pero a pesar de eso yo te quiero. Si quisieras me oirías. TE QUIERO, trato de decírtelo en lo azul del cielo y en el suave verde del pasto; te lo murmuro en las hojas de los árboles y en los colores de las flores. Te lo grito en el rugido de las olas, y te lo canto suavemente en los trinos de los pájaros, los cuales cantan las canciones de amor que quiero cantarte a ti. Te envuelvo con el calor del sol y el perfume del aire, con los aromas todos de la naturaleza.
Mi amor por ti es más profundo que los océanos, y más grande que la necesidad o carencia más grande que puedas pensar. Si supieras cuanto deseo caminar y platicar contigo. Podríamos pasarnos una eternidad juntos en el cielo.
Yo sé lo difícil que es todo en la tierra. Yo lo experimenté cuando viví con ustedes. Todo lo que pases, yo también lo pasé, menos el faltarle o desobedecerle a mi Padre. Sabes, quisiera presentarte a mi Padre. El también te quiere ayudar. Así es El, no tienes más que llamarle.
Bueno, no quiero insistirte más para no serte molesto. Eres libre para preferirme o rechazarme. La decisión es tuya. Yo ya he decidido, y te he escogido a ti como amigo. Yo estoy a la puerta de tu corazón, y aquí me quedaré hasta que decidas abrirme. Esperaré, porque te quiero.
Tu amigo:
Jesús
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