Un viejo carpintero caminaba por el bosque buscando madera para fabricar sus muebles cuando se encontró con un gran árbol que le habló.
El árbol vio que era un hombre amable y se hizo su consejero, le dijo todos los secretos de la madera para que sus muebles fueran hermosos y duraderos, le enseñó a interpretar la luna y a doblar las maderas más duras.
El carpintero hizo muchas cosas maravillosas para sus clientes y se hizo famoso en la región.
Entonces llegó un hombre de otro pueblo a pedir que le fabricara una escalera al cielo para que su hija consentida pudiera comerse la luna.
El carpintero aceptó el trabajo y fue a consultar al árbol para que le dijera cómo hacer este trabajo, el árbol le dijo que plantara una semilla del árbol de Oyamel y pusiera una silla en el piso donde habrá depositado la semilla.
Así hizo el carpintero y al sentar a la niña consentida en la silla le dijo: he aquí tu escalera al cielo, llegarás cuando tengas cien años, cuando el Oyamel haya crecido y tú hayas entendido que la luna brilla para todos en la tierra y no sólo para tu estómago.